Calle 20. Multiespacios. Abril




























ESPACIOS DONDE (CASI) TODO ES POSIBLE


El diseño, diversas propuestas artísticas y la artesanía contemporáneos necesitaban un lugar donde mostrarse más allá de los en muchas ocasiones inaccesibles circuitos más convencionales: bienvenidos a los multi-espacios, lugares versátiles capaces de transformarse en tienda, taller o escenario según la ocasión.


Aprovechar un mismo local para ofrecer una propuesta diversificada dirigida a un mismo tipo de público no parece una mala idea. Locales en los que los protagonistas son los jóvenes diseñadores y lo facturado a mano, donde las fronteras entre arte y artesanía se difuminan y confunden, donde es posible encontrar un vestido junto a un fanzine o un tocado, donde es posible disfrutar de una exposición de ilustración, una performance, un concierto o la presentación de un libro... Unos pueden acudir atraídos por un taller en el que estaban interesados y una vez allí encuentran el regalo perfecto para el siguiente cumpleaños o ir a comprarse una camisa especial y quedarse a un recital de poesía...


Sobra decir que los responsables al frente de este tipo de iniciativa no se aburren porque siempre andan planeando el siguiente evento. Hablamos con los impulsores de La Integral (Madrid), Duduá (Barcelona), Fatal de lo mío (Madrid), Ah! (Bilbao), Merengue (Barcelona), La intrusa (Madrid), Oslo (Barcelona) y El Beso (Madrid).


Tras cada uno de estos proyectos, normalmente hay un par de socios fundadores que antes de iniciar esta aventura, se dedicaban a crear objetos similares a los que ahora venden. Esta experiencia previa pone tras el mostrador a gente “que ha experimentado en sus propias carnes la vida de un joven que ama su trabajo y sueña con moverlo y que alguien crea en él” -cuenta Rocío describiendo a Julieta y Andrea Álvarez (El Beso).
Rocío y Belén (Fatal de lo Mío) recogen una auto-definición fácil de extrapolar al resto de protagonistas de esta entrevista: “inquietas, ilusionadas, positivas y perseguidoras de retos. En nuestra cabeza no dejan de bullir montones de ideas”.


La creatividad de las impulsoras se aprecia en cada detalle. Vanesa (Ah!) no para de planear nuevas ideas con las que contribuir a “darle a las piezas hechas a mano o de producción limitada el lugar que se merecen” y cuenta: “Disfruto con mi trabajo porque me permite investigar con la decoración, el escaparatismo y compartir cosas bonitas con mis clientes”. Una de sus últimas propuestas es tiendAH! EfimerAH!: “Es imposible contar con el trabajo de todos los diseñadores que nos gustaría, así que hemos creado un espacio dentro de la tienda en el que por un tiempo limitado le damos la oportunidad a un diseñador de mostrar su trabajo”. También son habituales sus colaboraciones en las acciones del colectivo de artistas de música electrónica y video-creación BIKE, con el que han puesto en marcha proyecciones y la presentación de su tercer trabajo.


Mientras en Fatal de lo Mío valoran compatibilizar la gestión de su multi-espacio con los encargos que reciben como diseñadoras gráficas, Alicia Roselló llegó a Duduá huyendo del ordenador tras estudiar diseño digital y motion graphics: “cuando terminé no quería trabajar más con el ordenador, solo quería hacer cosas a mano. Empecé con el ganchillo y fui probando técnicas, desde el tricot a la serigrafia. Barcelona está llena de cosas y gente creativa pero no encontraba un espacio para mostrar y vender mis productos, por eso abrí Duduá”.


María García y Micocotte cuentan que la idea inicial de La Integral era “reunir en un mismo espacio el trabajo de las dos socias, una marca que alberga producción textil y gráfica. A esto se le unió el trabajo de otros diseñadores, artistas, sellos de música y editoriales. Programamos exposiciones de artistas acompañados por un concierto. Hemos evolucionado sin perder la idea original y tanto empeño ha dado buenos resultados”.


Marina, organizadora de eventos, y Marcos, artista, venían de proyectos muy diferentes, pero coincidieron en abrir Merengue, un espacio respetuoso con el medio ambiente basado en la reutilización, la restauración y el trabajo en equipo, donde artistas de diversas disciplinas pudieran dar a conocer su trabajo y comercializarlo. Además “contamos con un producto propio llamado little tú en el que partir de fotos hacemos una reproducción artesanal del cliente en arcilla polimera”.


También Oslo cuenta con su particular “sello de la casa” porque se trata de un taller abierto donde sus cuatro fundadoras, procedentes del mundo del diseño de moda y complementos, además de dedicar un espacio para la artesanía, la ilustración y todo lo relacionado con objetos hechos a mano; crean vestuarios y atrezzos.


Emprender esta aventura conlleva muchas satisfacciones, todos hablan de la enriquecedora retroalimentación que les supone “estar en contacto continuo con creadores y personas inquietas y el poder ofrecer tus trabajos y los de otros que ellos valoran al público”.


Pero también hay un lado menos positivo: el trato infructuoso con los bancos y la burocracia, gente que no valora el trabajo hecho a mano; Vanesa (Ah!) alude a “ser contable, escaparatista, pinchadiscos, comunity manager, decoradora, relaciones públicas... te tiene que gustar mucho lo que haces sino sería imposible”. Y quizá el más difícil todavía: mantener el negocio.


Una mezcla de todo esto ha llevado a El Beso a su inminente cierre: “ha sido un éxito en prensa, contactos y movimiento creativo pero ha llegado el momento de sumergirse en otros proyectos y esto se ha visto acelerado por la crisis”. En el mismo barrio madrileño surgen nuevas alianzas y La intrusa vuelve a aparecer con energías renovadas de la mano de Con2tijeras, Berenbaum (dirigido por una de las ex-responsables de El Beso), Roberto Navazo y desietecorazones bajo el lema de “un local de y para los diseñadores”.


También Duduá cerró su espacio en 2009 tras 3 años en activo pero ha vuelto reinventada como espacio pop-up que se abre cuando hay un evento: se trata de un local multi-disciplinar para talleres, exposiciones eventuales y tiendas pop-up de jóvenes diseñadores o temáticas.
“Me di cuenta que la tienda "tradicional" no funcionaba, la gente prefiere aprender cómo hacer las cosas. Así que me lancé con los talleres y funcionan muy bien. Nuestro público es entre 20 y 40 años y la gente mayor se sorprende al vernos tricotando. Es un espacio cambiante, cuando hay talleres puedes encontrar mesas y un montón de gente alrededor, cuando hay exposiciones el espacio es más minimalista y cuando hay alguna tienda pop-up cambia por completo”


Esperamos que sigan surgiendo fórmulas para que este tipo de espacios tengan larga vida y el arte, el diseño y la artesanía contemporáneos sigan acercándose a pie de calle.

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