Muñecos que son arte. Calle 20. Junio 2012



Las madres ya no podrán decir lo de “ya eres mayor para jugar con muñecos”. Los softies están aquí para demostrar que no hay edad para que un muñeco de tela sea el protagonista de nuestras estanterías. Eso sí, no sirve un muñeco cualquiera...
A mí -que cuando era pequeña siempre dejaba arrinconadas a las muñecas en pos de casi cualquier otra distracción- ahora se me abre la boca con estos softies o muñecos de autor hechos de tela que son toda una oda a la imaginación. La explicación a que con el tiempo estos otros muñecos hayan logrado cautivarme no puede ser otra que porque su estética particular y su elaboración de manera artesanal, que les convierte en objetos únicos, los acerca a un mundo entre el juego y el arte. Un estadio que los hace perfectos para despertar los resquicios de infancia que conservamos y satisfacer nuestro gusto por las cosas bonitas y especiales.
Nada mejor para sumergirnos en este mundo que entrevistar a tres creadoras con un universo muy personal: las responsables de Lana Pelana, Misako Mimoko y Jipi Jipi.


Los comienzos

Cada una llegó a esta actividad siguiendo un camino diferente: Marta (Lana Pelana) empezó a crear sus propios muñecos con la intención de que lo que dibujaba cobrase una vida de la que no era capaz de dotarlos en el papel. “No quería que mis muñecos parecieran bebés de trapo, sino personajes sacados de dibujos o garabatos en tres dimensiones”. María (JipiJipi) es hija de una modista pero nunca se había interesado por el mundo de la costura hasta que tuvo a su hija y decidió dejar su trabajo como directora de casting para poder dedicarle más tiempo. Eva (Misako Mimoko) empezó a trabajar con materiales textiles cuando estudiaba bellas artes “me interesaban artistas como Annette Messager, Tony Ousler, Mike Kelley,Tracy Emin, Sarah Lucas… que incorporaban elementos de la vida cotidiana a sus obras y utilizaban mucho prendas de ropa y muñecos para construir personajes. Dejé de hacer cosas durante un tiempo, pero lo retomé tras asistir a unos talleres de amigurumi”.
 
Las primeras veces tienen un don especial para grabarse en la memoria y los primeros softies no iban a ser menos, Lana Pelana cuenta que el suyo fue un regalo de cumpleaños para su pareja, “una especie de mini él. El regalo quedó raro, parecía un muñeco de vudú. Eso fue hace unos cinco o seis años y desde entonces he aprendido mucho, tanto en el cosido como en el patrón. Ahora lo hago todo más simplificado”.


La historia del primer muñeco que hizo Eva es bastante más atípica: “sentí la necesidad de hacer una muñeca de trapo el día que murió mi abuela. Pasé la noche antes del entierro cosiendo una muñeca pequeña. Una vez terminada, la perfumé con la colonia que solía llevar yo, se la entregué a mi padre y la enterraron con ella”. Más adelante, “el primer muñeco que hice como Misako Mimoko, fue siguiendo un patrón de una muñeca de Emily Martin que corría por entonces en la red y que acabó siendo un muñeco con cuatro patas totalmente diferente”.
 
En busca de la expresión

La creación de cada muñeco implica un cuidado por la estética, los colores, la combinación de telas empleadas, la expresividad, las formas, el acabado... Todas ellas parten de un boceto previo que sirve como guía a la que ser infieles durante el proceso de creación. María intenta que no pierdan la individualidad y confiesa que coso un primer modelo y a veces lo cambio varias veces hasta que el softie expresa lo que yo me había imaginado”.


Marta disfruta de todo el proceso: “Empiezo con un boceto, luego busco las telas -muchas son ropa vieja reciclada, otras las compro- y voy buscando la mejor combinación. Me encanta bordar la cara de cada uno, ahí "cobran vida". El primer muñeco era muy historiado, ahora no me importa tanto el detalle y valoro más que tengan expresión en la cara, un toque desgarbado y unas telas bonitas”.


Misako Mimoko va más allá y también habla de las tareas comerciales ligadas a la creación de los muñecos a las que ella concede igual importancia: “La fotografía, la presentación en el blog, en las redes sociales, en la tienda… Vendo únicamente desde mi tienda online, así que también cuido mucho la relación con la gente que compra mis cosas, se trata de algo muy personalizado. El proceso del empaquetado es la guinda final. Intento que la experiencia de la gente abriendo el paquete que le ha llevado el cartero a su casa sea una fiesta, como abrir un regalo la mañana de Reyes”.
 
Niños grandes

Jipi Jipi se creó cuidando de que todas las telas fueran orgánicas pensando en que sus dueños serían niños pero María ha descubierto que “son muchos los adultos que se los compran para sí mismos”. Marta sabe que la mayoría de sus clientas son treintañeras que a veces los compran para sus hijos y otras, para ellas.
Igual le pasa a Eva, salvando una peculiaridad, sus clientes son “algunas mamás, que compran para decorar la habitación del bebé y, sobre todo, gente aficionada a muñecos y juguetes antiguos. La gran mayoría son gente de fuera: muchas americanas, francesas, australianas, inglesas... La gente de aquí al llegar a ciertas edades no suele comprar muñecos, como tampoco compran cuentos infantiles. Creo que es básicamente una cuestión cultural”.
Y tú, ¿aún sigues pensando que los muñecos son para niños?