Gabriela Carrizo. Peeping Tom. Neo2. Mayo




Si tienes la suerte de que la compañía de danza-teatro belga PEEPING TOM se cruza en tu camino, no la dejes escapar. Si no la tienes, ve en su busca y sé tú el que se cruce con ella. No te arrepentirás.
Peeping Tom se enmarca en el denominado "nuevo teatro belga" y crea montajes con una fascinante escenografía cinematográfica. Los bailarines, actores y cantantes que pueblan la escena propician una atmósfera en la que todo parece posible (personas que se desdoblan, desaparecen y se desintegran, objetos capaces de bailar...) y que consigue envolver todos los sentidos del espectador.

En la actualidad, giran por el mundo sus espectáculos A Louer y 32 rue Vandenbranden pero su paso más inminente por España será en taller de investigación coreográfica que Gabriela Carrizo, co-directora de la compañía junto a Franck Chartier, impartirá en Draft.inn el próximo mes de junio.

Gabriela, ¿qué características queréis que definan a la compañía Peeping Tom?

- Ha habido una evolución porque, como muchos grupos, empezó sin pensar dónde lo llevaría el camino. Nació como un colectivo entre un grupo de amigos que se juntan a realizar un proyecto porque tienen afinidades artísticas comunes. Nos llamamos Peeping Tom haciendo referencia al voyeurismo. Siempre nos interesaron las historias íntimas de las relaciones humanas, no partir de los grandes temas aunque todas las historias nos llevan a la familia, al amor, a la muerte...
Después de esta primera obra colectiva, Franck y yo seguimos como núcleo. Hemos ido creciendo y paralelamente evolucionaron el lenguaje, nuestra búsqueda, la estructura, las giras, el perfil del grupo muchas veces cambia según los proyectos y el contexto económico.
Para nosotros es muy importante la cuestión de creación en equipo con un cierto tiempo de maduración para la concepción del decorado, la búsqueda de la música, el hecho de trabajar con intérpretes que son bailarines y otros que no lo son, de distintas generaciones...
Otras de nuestras características son tratar de ser lo más fieles a nosotros mismos, seguir cuestionándonos siempre y desarrollar un lenguaje propio, aunque sea difícil de definir. No queremos entrar en un proceso de producción continua sin cuestionarnos cosas.

¿Hay un ritmo de producción?
- Antes hacíamos una creación y la girábamos durante unos dos años. Luego probamos a vender la trilogía junta y funcionó. Ahora hay muchos factores que nos llevan a tener un nuevo ritmo de producción y también recibimos propuestas de colaboraciones externas desde una ópera hasta la artista Sophie Calle, que plantean otros retos pero al mismo tiempo suponen desviarnos un poco de esa búsqueda más casera y artesanal y nos gustaría poder combinarlas.


Gabriela vino a Europaen 1989, ¿cómo acaban una argentina y un francés formando una compañía de teatro en Bélgica?
- Frank y yo nos conocimos en la compañía de Alan Platel, surgió una afinidad artística y personal (fuimos pareja y tenemos una hija) y empezamos ese camino juntos en Bélgica. En los 2000 pensamos que era un lugar propicio para crear: pequeño y fértil. Si teníamos ganas de hacer algo, lo hacíamos. Teníamos ciertas ventajas por haber trabajado con Platel: nos prestaban estudios, conocíamos gente... Había cierta facilidad en esa época, las cosas han cambiado mucho.
Además, Bélgica era un lugar desprejuiciado artísticamente respecto a la mezcla de disciplinas visuales: Platel, Jean Fabre.... Hubo una ola flamenca muy fructífera y nosotros entramos ahí de alguna manera. Al principio nos costó desvincularnos de Alan Platel pero sentimos que finalmente hemos creado un nombre y lenguaje propios.

¿Es distinto el panorama de la danza y el teatro en Argentina del de Bélgica?
- Es muy diferente aunque yo me he desconectado mucho -hace más de 20 años que estoy en Europa-. La danza cuesta más pero hay un movimiento teatral muy fuerte, sobre todo el teatro independiente en Buenos Aires. En Europa, es más visual y hay más medios. A nosotros nos fascina trabajar con escenografía, encontrar un espacio donde ponemos los personajes y transcurre la historia -que en la danza no es muy habitual-. En Argentina se basa más en el texto, el contenido, el juego de los actores...

A partir de Le sous sol Franck y tú dejásteis de actuar como bailarines ¿era demasiado agotador, necesitábais distancia...?
- Nos quedamos sin bailarines y nosotros estábamos cansados, nuestra hija acababa de empezar la escuela... Cuestiones de organización y personales nos hicieron traer bailarines nuevos al grupo.
Es otra etapa y se disfruta de otra manera, profundizando en ciertos detalles. No lo vivo como algo frustrante. Aunque no descarto volver a bailar, me gusta poder observar.

Trabajáis como colectivo, ¿cómo se gesta una nueva obra? ¿Qué es antes el tema, la estética, el estilo musical?
- Muchas veces partimos de una escenografía. El lugar donde va a suceder siempre ha sido importante. Franck y yo lanzamos una imagen junto al tema y los intérpretes van generando elementos.

¿Es la decadencia un lugar común en vuestros montajes?
- Es verdad, la pérdida y lo efímero están presentes. El hecho de que cuando alquilas tu vida un día la tienes que devolver y todo tiene un tiempo: hoy tienes trabajo y mañana, no, el teatro se alquila por un tiempo y también la carrera artística se acaba.

¿Los personajes siguen estando solos pese a estar rodeados de gente?
- Hemos mezclado historias paralelas: Hay personajes que observan, que se observan a sí mismos y que no se saben observados. La soledad siempre está en esos personajes. Se trata de no hacer una narración lineal y lógica sino seguir los meandros del pensamiento que a veces nos llevan a sitios que no podemos explicarnos de manera inequívoca.

Como espectador, resultan inquietantes las ilusiones ópticas, las alteraciones de espacio y tiempo, la atmósfera de misterio en la que los personajes se desdoblan, desaparecen, parecen desintegrarse...
- Mucho procede de los bailarines e intentamos que no se quede en un truco sino que se inserte en el contenido. Los personajes se desdoblan como se intercala el personaje real y el recuerdo pero puede interpretarse de distintas maneras. También abunda en el escenario laberíntico borgiano en el que el espacio se multiplica creando una infinidad de espacios.

Otra sensación desconcertante como espectador es poder acceder a las voces internas de los personajes, a lo que escuchan cuando se tapan los oídos...
- Uno de nuestros puntos de búsqueda es entrar en lo invisible de los personajes: en lo que están pensando, sintiendo... Trabajamos mucho la sensación de meternos en su cabeza, hacemos ejercicios reflejando los momentos en una conversación en los que, mientras nos hablan, pensamos en otra cosa. Bifurcamos el discurso: escuchamos la conversación y seguimos lo que tú piensas.

Los nombres de personajes coinciden con los nombres reales de los bailarines
- En la primera obra nos pusimos nombres y para nosotros, que no tenemos formación de actores, resultaba extraño. Siempre ha estado presente ese borde entre realidad y ficción: en Le Salon estaba nuestra propia hija en el escenario. Hay algo que se va transformando en surrealista pero que siempre está ligado a una realidad.

¿Qué reacción o reflexión os gustaría provocar en el público?
- No nos planteamos “nos gustaría que que piensen esto o lo otro” pero sí dar el lugar para que el público sienta cosas, se cuestione, se sorprenda... Se trata más de intentar que experimente una dimensión diferente, que olvide su lugar de espectador de danza. A veces la gente espera comprender y, no es cuestión de hacer un arte sin ninguna conexión o no tener la generosidad de no importarme si no entienden, pero no se trata tanto de comprender sino de que algo llegue, te guste o no.

¿Se puede avanzar algo del próximo montaje?
- La siguiente se llamará Vader (Padre) y tendrá lugar en una residencia de ancianos. El padre tiene un secreto que será revelado durante la función. Se estrenará en mayo de 2014.

En tu faceta de profesora, ¿Qué pretendes transmitir en tus talleres?
- Nos gustaría hacer más. Muchas veces nos invitan y son los bailarines de la compañía los que los dan. En mis talleres trato el proceso de creación, doy llaves para abrir puertas y mostrar diferentes caminos de búsqueda. No hay un método sino muchas herramientas diferentes para crear material.

Avánzanos algo de esa colaboración con Draft.inn que te trae a Madrid
- En junio daré un pequeño workshop de tres días, organizado por Draft.inn. La colaboración con ellos comenzó el noviembre pasado cuando fuimos a actuar en Madrid en Danza con "A louer". Di un workshop y una master class y decidimos continuar una colaboración con José Manuel Mora (en la primera etapa estuvimos en el Festival XS en el Teatro National de Bruselas con Paco León, Carlota Ferrer y David Luque). La idea es seguir juntándonos para encaminar un proyecto juntos.




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